Pastoral Vocacional
Dios llama a cada uno de sus hijos e hijas a la vida y éste es su primer llamado a toda la humanidad. Este llamado se alimenta con otros que Él mismo hace a lo largo de nuestra existencia y en diferentes circunstancias.
Vocación viene del vocablo latino “vocare” que significa llamada y dentro de la Iglesia se ha considerado un llamado particular a una vida exclusiva para servir a Dios en los hermanos a través de diferentes carismas, dones y apostolados en la vida consagrada o el sacerdocio.
La vida consagrada es un estado y estilo de vida en donde hombres y mujeres de manera libre responden a la misericordia de Dios con un Si para ser instrumentos de amor y esperanza en el mundo de hoy a través de los múltiples servicios que tiene la Iglesia: educación, misión, salud, entre otros.
Para nosotras, Hermanas Misioneras Catequistas, la vocación es un regalo de Dios, es un tesoro y un llamado a dejarlo todo por Él y servirle en la Misión Itinerante, es decir a vivir el mandato de Jesús de ir de pueblo en pueblo anunciando la Buena Nueva, ser esa voz que, en el desierto de la sociedad actual, anuncian a Jesucristo como Camino, Verdad y Vida.
Hoy, más que nunca, necesitamos responder al llamado que Dios hace a la humanidad, atender su grito de auxilio en los más pobres y necesitados, en los excluidos y marginados; ser la voz de los que no tienen voz y dar consuelo a los desesperanzados y tristes.
¡Tú también puedes decirle SI a Dios!
Si Él te está llamando a seguirle, NO TEMAS, porque Él capacita a quienes llama a su servicio de acuerdo con su Plan de Salvación para todos. ¡Ánimo! Si quieres más información, escríbenos, nosotras te acompañamos en tu proceso de discernimiento vocacional.
Nuestros procesos de formación
En nuestra Congregación de Hermanas Misioneras Catequistas tenemos varias etapas de formación a fin de acompañar de manera asertiva a cada una de las aspirantes a la luz del espíritu de Dios y desde el deseo sincero de búsqueda.
¡Ven a conocerlas!
Aspirantado
Nuestra primera etapa de formación es la etapa del Aspirantado. Y en ella hay dos momentos claves: Aspirantado externo (se hace por fuera de la casa de formación) y Aspirantado interno (se hace dentro de la Casa de Formación). Cada una de ellas tiene un tiempo de duración de un año.
Allí cada joven, afianza su vida de fe, continúa su proceso de maduración personal y experimenta la riqueza de la convivencia comunitaria, conociendo y vinculándose respecto al ser y quehacer de la Congregación en la Iglesia.
Postulando
Una vez se cumple con los objetivos de la primera etapa, la joven avanza hacia la fase del Postulantando, da un paso más en su proceso de formación y con mayores elementos y conocimiento de la vida consagrada renueva su SÍ de seguir al Maestro y conocer la propuesta de consagración que Él le propone.
En el Postulantado se continúa el proceso de formación humano-cristiano; la postulante realiza su discernimiento vocacional y se inicia en el conocimiento y experiencia de la espiritualidad y el carisma propio de la Congregación. El Postulantado también dura un año.
Noviciado
Es la etapa en la que la formanda, se inicia en la consagración, experimenta el nuevo estilo de vida en la Comunidad, tiempo de contacto estrecho y prolongado con el Señor, de integración comunitaria, de participación en la misión, renuncia de sí misma y configuración con Jesucristo. Esta etapa dura dos años.
Durante este tiempo se busca que la novicia conozca más a fondo la vocación divina, particularmente la de esta Congregación; que pruebe el modo de vida de esta, conformando su mente y su corazón a su espíritu, y que puedan ser comprobadas su intención y su idoneidad
Juniorado
Es la etapa comprendida entre la Profesión Religiosa y la renovación perpetua. Se considera un tiempo privilegiado para que la hermana que ya ha hecho sus votos temporales (anuales) de castidad, pobreza y obediencia continúe su formación humana, espiritual, doctrinal y apostólica.
La Juniora Misionera Catequista está llamada a crecer integralmente y a hacerse una digna Misionera Catequista, como lo indica el Padre Fundador Francisco Font en sus meditaciones.