Congregación Hermanas Misioneras Catequistas

Reseña histórica

Fundador de nuestra congregación

Padre Francisco Font García

El fundador de nuestra Congregación Religiosa, Padre Francisco Font García –misionero de dos naciones, la nuestra de Colombia y la de la antigua Rhodesia en Africa–, nace en la población de Burriana, provincia de Castellón de la Plana (Valencia), España, el 14 de julio de 1905.

Font pone pie en suelo colombiano –más exactamente en el muelle de Puerto Colombia departamento del Atlántico– el 16 de julio de 1931. Es uno de los seis misioneros (tres sacerdotes y tres hermanos coadjutores) con los que el Seminario e Instituto Español de Misiones Extrajeras (IEME) de Burgos refuerza aquel año la primera de sus empresas misioneras, la de la Prefectura Apostólica del San Jorge, creada por el Papa Pio XI el 12 de junio de 1924, en territorio que entonces pertenecía a la circunscripción eclesiástica de Cartagena y hoy a las diócesis de Magangué, Sincelejo y Montelíbano.

El Padre Font

había ingresado al Seminario de Misiones Extrajeras de Burgos –por su nombre oficial “Pontificio y Real Seminario de San Francisco Javier para Misiones Extranjeras de Burgos”– a sus 21 años de edad, cuando era ya candidato al sacerdocio ministerial en el Seminario de la Diócesis de Tortosa, siempre en Valencia. Se cuenta que poco antes de esto, uno o varios misioneros habían estado hablando y entusiasmando a los seminaristas de ese Seminario para marchar a la misión entre infieles (hoy misión ad gentes). Entre los asistentes a la conferencia se hallaba el joven Font y otro joven seminarista, también burrianense, quien luego se convertiría en el Cardenal Vicente Enrique y Tarancón. Profundamente conmovido y casi persuadido de que Dios lo llamaba para ser sacerdote misionero, el joven Font le dijo a su condiscípulo Tarancón: “¿Qué, te animas?”. A lo que Tarancón respondió: “Yo no”. Estaba claro que el Espíritu Santo conducía a estos dos amigos seminaristas por dos caminos diferentes de servicio a la Iglesia y de conquista de la santidad cristiana[1].

El trabajo misionero del Padre Francisco Font García

en la misión del San Jorge se desarrollará en dos etapas. La primera, desde el 22 de julio de 1931 hasta el 11 de diciembre de 1949, año en que partirá para Rhodesia (hoy Zimbawe), en el continente africano, como superior de la misión que recientemente había abierto allí su Seminario e Instituto Español de Misiones Extranjeras de Burgos, donde incluso se convertirá al poco tiempo en el primer Prefecto de la Prefectura Apostólica de Wankie en esa nación. La segunda etapa, desde el 12 de julio 1956 hasta el 22 de marzo de 1961, día y año de su muerte, acaecida en la Villa de San Benito Abad, entonces en el departamento de Bolívar, hoy en el de Sucre.

Para conocer el itinerario misionero y espiritual del padre Font contamos principalmente con su Diario personal, su Epistolario y las Meditaciones dirigidas a sus Damas Catequistas.

Font comenzó a escribir su Diario personal

(24 libros o cuadernos) el 24 de septiembre de 1926, día en el cual salió de su casa rumbo a Burgos para hacerse sacerdote misionero. Dejó de hacerlo el 28 de octubre de 1960, a un mes dos días del letal ataque de hemiplejía que le llevaría a la muerte casi cinco meses después. Lo llamó, desde el principio y durante todo el tiempo que misionó en nuestro país, “Diario de un Curioso”; y “The Missionary Life” mientras misionaba en Rhodesia.

El padre fundador cultivó de manera notable el género epistolar, pero desafortunadamente muchas de sus cartas se han extraviado. Las que se conservan reposan básicamente en los Archivos del Instituto Español de Misiones Extranjeras en Madrid, con una que otra carta en el archivo de nuestra Congregación.

Sus Meditaciones para las Damas Catequistas se conservan, algunas de ellas por lo menos, también en nuestros archivos.

Con base en estos documentos escritos, otros papeles del Padre Fundador y el testimonio de algunas de nuestras religiosas mayores, ha sido publicado recientemente el libro “Font, un corazón de doble pasión”, como aproximación a su experiencia e itinerario espiritual.

El sueño dorado del Padre

Nuestra congregación fue el sueño dorado del Padre Francisco Font García [2] y nace de su corazón sacerdotal-misionero, locamente enamorado de Jesús Sacramentado y de María Inmaculada.

Después de un largo camino de discernimiento, orando e interpretando desde la fe los signos que Dios le proporcionaba, el Padre Font la funda el 28 de noviembre de 1937, en la Villa de San Benito Abad, como Instituto de las Damas Catequistas, un grupo de “laicas asociadas en vida común por el vínculo de juramento público de fidelidad al Instituto en el apostolado de la catequesis, sin votos públicos” [3].

Nuestro padre fundador crea este Instituto “para remediar la necesidad de obreros evangelizadores que trabajen las mieses del Padre celestial“, como el mismo se expresa en uno de los Coloquios (con María Inmaculada) de sus Meditaciones [4].

Verdaderas y auténticas mujeres consagradas a Dios

Pero, si bien la necesidad de estos obreros evangelizadores en la Prefectura Apostólica del San Jorge era sumamente imperante, la naturaleza del Instituto jamás fue carácter meramente funcional. En realidad, el sueño de Font, desde que comenzó a gestarse e irse convirtiendo en una hermosa realidad, iba más allá e incluía para sus Damas la posibilidad de que en el Instituto encontraran una forma válida de vida cristiana y santificación personal. De sus Damas el soñaba verdaderas y auténticas mujeres conduciendo una vida de total consagración a Dios y, como consecuencia de ello, también totalmente consagradas a la construcción y extensión de su Reino en la misión del San Jorge e incluso, con el tiempo, más allá de la misión del San Jorge. Ello explica por qué las primeras Damas Catequistas se convirtieron un día, bajo la guía del Espíritu de Dios y la autoridad de la Iglesia, en lo que actualmente somos, la congregación religiosa de las Hermanas Misioneras Catequistas [5].

Algunas de sus frases y pensamientos

“Tenemos necesidad de ser mansos de corazón. Sin mansedumbre no seremos para catequistas”

“El corazón humano no puede estar sin amor. El se alimenta de este suavísimo manjar. El amor a Dios y el amor al prójimo o el amor a si mismo, son los motores que ponen en movimiento personal al personal de todo el mundo.”

“Vayamos a Jesús siempre por María y confiemos de que siempre seremos bien recibidos; bien seremos atendidos bondadosamente; siempre Jesús nos mirará con intensa complacencia al vernos acompañadas de su dulcísima Madre y Madre nuestra.”

“Señor dadme almas y quitadme todo”

Creamos la palabra de Jesús, estudiemos los evangelios donde se conservan sus palabras y aprendidas creámoslas y ajustemos nuestra fe, nuestra esperanza y nuestra caridad a ellas, regularizando así nuestra vida apostólica y espiritual y así no seremos defraudados.”

“yo te prometo Madre Mía, ser constante en el trabajar; constante en la oración; constante en estudiar la voluntad de Jesús para poder cumplirla.”

“A cualquier hora, vayamos en busca de Jesús a llorarle nuestros pecados, ofrendémosle los perfumes de las virtudes de nuestro corazón y probémosle nuestro intenso amor adornando bien sus altares, blanqueando y sin dañar los manteles y demás ornamentos que sirven para el culto y cultivemos con gran cariño las maticas del jardín para ofrecerle flores que adornen sus altares.”

“Nuestra misión pues, es de azucenas entre el lodazal inmundo de la humanidad pecadora”

“En todos los momentos del día, procuremos elevar nuestro corazón a Dios, renovando las intenciones hechas en la mañana, no temamos cansar a Dios con nuestras amorosas súplicas”

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